En el mundo de la ciberseguridad, a menudo escucho a personas decir: “¿Por qué alguien querría hackearme a mí? No soy nadie importante”. Esta percepción es peligrosa y errónea. Para ilustrarlo, hagamos una comparación sencilla: aunque no creas que eres un objetivo valioso, siempre cierras la puerta de tu casa con llave y, en muchos casos, instalas rejas en las ventanas. Sabes que las cerraduras no son infalibles, pero también sabes que cuanto más seguras sean, mejor.
Hoy en día, los ciberataques no son realizados únicamente por hackers individuales que buscan objetivos específicos. Existen programas automatizados diseñados para atacar a miles de personas simultáneamente. Estos programas no discriminan; buscan vulnerabilidades y las explotan, sin importar quién seas.
La diferencia entre ser una víctima más o estar protegido puede ser tan simple como usar un autenticador de dos factores o crear contraseñas con caracteres especiales. Aunque no seamos personas de alto perfil, es nuestra responsabilidad tomar medidas de seguridad adecuadas. Esto es aún más crucial si trabajamos en el campo de la informática, y especialmente en ciberseguridad. No podemos permitirnos aplicar el dicho “en casa de herrero, cuchillo de palo”.
Protegernos a nosotros mismos y a nuestros datos es una tarea que todos debemos tomar en serio. La ciberseguridad no es solo para las grandes corporaciones o figuras públicas; es para todos. Así que, la próxima vez que pienses que no eres un objetivo, recuerda que la seguridad empieza por uno mismo.